martes, 1 de mayo de 2018

EL VIAJE DE LINDBERGH A SUDAMÉRICA (XVI). DE SANTO DOMINGO A PUERTO PRÍNCIPE

Charles Lindbergh


Volando sobre dos repúblicas

El 6 de febrero volé sobre la isla verde en la que se encuentran las repúblicas de Haití y República Dominicana.

Luego de dejar la llanura tropical cercana a la ciudad de Santo Domingo y de pasar sobre pequeñas elevaciones, me elevé sobre una fértil meseta cubierta de vegetación. Aquí, en un clima más templado, se ubica Santiago de los Caballeros, la mayor ciudad del interior de la República Dominicana. Volé bajo sobre la muchedumbre reunida en su campo de aviación. Luego me dirigí hacia Cabo Haitiano, pasando la famosa ciudad de Christophe, y sobre Saint Marc en mi ruta hacia Puerto Príncipe.

Gran parte del territorio sobre el que volé era muy quebrado. Dicen que cuando se le pedió a un viejo marinero que describiera la isla, arrugó una hoja de papel, la puso sobre la mesa y dijo "es así". Esta es una buena manera de describir la topografía del país.

Lindbergh en Haití. A su izquierda, el presidente Louis Borno


Cruzando la República Dominicana y Haití, pude ver muchas casas de paja, a menudo encaramadas en lo alto de las empinadas laderas de las montañas, como en América Central, con parcelas cultivadas alrededor. Villas modernas, seguras y confortables, podían verse en las llanuras y valles cercanos a los puebles. Pude darme cuenta que la campiña haitiana está mucho más poblada que la dominicana. En los caminos se podían ver personas caminando desde o hacia el mercado.

En Haití, el algodón crece en los árboles

Antes de aterrizar en Puerto Príncipe volé en círculos sobre la bahía y a continuación sobre los distritos comerciales. Ahí pude ver una muchedumbre agolpada en medio de la calle. Lo que más me afectó en Hatí fue el paso del español al francés. Esta fue la primera república que visité en este viaje en la que no se hablaba español; pero aquí, como en todos los lugares de mi recorrido, encontré muchas personas que hablaban inglés.

Lindbergh pasa revista a las tropas en Puerto Príncipe

Otra cosa interesante que pude ver en Haití fue un tipo de algodón que crecía en la granja experimental de la Escuela Damien de Agricultura. En lugar de en arbustos, este algodón crece en árboles de 8 a 10 pies de altura que no necesitan plantarse cada año. Me dijeron que a menudo crece silvestre y produce un algodón de buena calidad. En esta misma granja hay campos de caña de azúcar y batatas y plantaciones de banano y muchos jóvenes haitianos se capacitan ahí en métodos de agricultura moderna.

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