sábado, 10 de junio de 2017

PARA UNA DEFINICIÓN ADECUADA DE ENTERO POSTAL

Georg Maier


La existencia de los enteros postales se remonta al siglo XVII, más específicamente a las cartas AQ venecianas de 1608.

El coleccionismo de enteros postales es más bien reciente. Esto se puede atribuir a dos factores: la falta de publicaciones y, más importante, la falta de una definición precisa de lo que debe entenderse como entero postal.

En lo que respecta al primer punto, los primeros catálogos de enteros postales aparecieron al final del siglo XIX y los catálogos de sellos postales incluían también alguna información sobre enteros postales tal como era reportada por los corresponsales en diversos países. Desafortunadamente, a falta de una definición precisa, nos enfrentamos a lo que esas fuentes consideraban como enteros postales por aparecer junto con las emisiones postales que se ponían en circulación en ese entonces. No se podía esperar mucho más de esas fuentes, ante la falta de esa definición.

No es sino en 2012 cuando la Federación Internacional de Filatelia (FIP) presenta una definición, la cual, pese a ser extensa y elaborada, no satisface las exigencias de muchos coleccionistas y estudiosos de la materia. En lugar de solucionar los problemas existentes, la organización agitó un avispero, pues su definición genera más preguntas que respuestas.

¿Deben ser parte de una colección de enteros postales las tarjetas vista
que fueron desmonetizadas para ser obsequiadas al público?

Ésto por la insistencia de la FIP y sus representantes en considerar que su definición  es la correcta y constituye una norma que debe aplicarse al material existente.

Lo que se necesita es partir de los estudios especializados por países para, a partir de ellos, generar una definición. Desafortunadamente, la falta de estudios de este tipo en muchos países hacen que esta tarea no sea posible. Dado que ésta es la única forma de conseguir un resultado válido y no es posible hacerlo, la FIP no debería aferrarse a una definición deficiente. Debería, más bien, aceptar las críticas y modificar periódicamente su definición para incluir las sugerencias que se presenten, cuando ello sea adecuado.

Al momento, hay diferencia de opinión sobre la inclusión de tarjetas fórmula, fórmulas telegráficas, tarjetas de impresión privada, piezas desmonetizadas, qué tarjetas vista deben incluirse o no, etc. Estas diferencias tienen que ser resueltas, esperamos que pronto, si queremos llegar a una definición adecuada.

En este punto quiero presentar un caso de estudio, que muestra la dificultad de establecer una definición de entero postal y la necesidad de contar con estudios especializados por países, para llegar a una definición adecuada.

En 1939, el servicio postal ecuatoriano emitió dos series de tarjetas vista, cada una en dos diferentes valores para satisfacer las tarifas internacionales. Las dos series circularon normalmente hasta que el Ministerio de Relaciones Exterioires, más específicamente su Departamento de Turismo, decidió adquirir una cantidad no determinada de estas tarjetas, que fueron reselladas con propaganda y distribuidas gratuitamente al público, que en algunos casos las usó igual que los ejemplares vendidos por el correo.

Como ésto ocurrió en 1939, cuando no se contaba con una definición de entero postal, ambos tipos de tarjetas se catalogaron, sin tomar en cuenta que el uno fue vendido y el otro distribuido gratuitamente. Nos preguntamos si los coleccionistas deben continuar reuniendo este material o si debe ser excluido de los catálogos por no corresponder a la definición de la FIP; ¿o debe la FIP darnos una definición que permita incluir todas estas tarjetas?

¿Sigue siendo entero postal una tarjeta vista desmonetizada pero utilizada para el servicio postal al amparo de la franquicia diplomática?

Este no es un caso aislado. Estas anomalías existen no solo en el Ecuador sino en muchos países latinoamericanos. Esto se debe a la ignorancia de los países emisores sobre lo que debe considerarse como entero postal; seguramente no leyeron la definición de la FIP.

Este es un argumento a favor de la elaboración de una definición viva, en lugar de insistir en una definición que se considera correcta, pero que no incluye las opiniones de todos. Una comisión permanente debe establecerse para estudiar los criterios de todos los interesados.

Los coleccionistas, especialmente los interesados en exhibir, necesitan lineamientos claros sobre lo que es o no aceptable. Es importante discutir acerca de lo que debe o no incluirse en una exhibición, para que los coleccionistas no queden supeditados a criterios individuales de jueces o directores de la FIP.

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