sábado, 19 de marzo de 2016

LA MONEDA ESPAÑOLA EN LA COLONIA

Alfonso Carrillo Benítez

Varios periodos históricos se sucedieron para tener lo que ahora conocemos como moneda; elemento básico para realizar transacciones financieras y comerciales, pues el trueque fue el sistema rudimentario de cambio, luego fueron los griegos que utilizaron el hierro y el cobre fue el metal de las monedas romanas; y por último se decantó en la plata y el oro como los metales que por su escasez, calidad, brillantez, ductilidad, entre otros adjetivos, fueron los metales escogidos para la fabricación de monedas y por sobre todo por su valor intrínseco. Sin embargo, para las pequeñas transacciones no resultaban muy útiles pues se necesitaban fragmentos muy pequeños que ponían en peligro su protección y conservación, por lo que optó por el cobre para los menores pagos.

En el proceso, debido a que el oro y la plata podían ser adulterados mediante aleaciones con otros metales, lo que ocasionaban fraudes, se vio la necesidad de establecer controles de fabricación, verificación del peso y liga y utilización de las piezas de intercambio elaboradas, o moneda como empieza a conocerse, lo que se convierte en el punto de partida para establecer las casas oficiales de amonedación.     

El vocablo moneda se deriva del Capitolio Romano -Templo de Juno Moneta- donde se fabricaban las piezas que servían para las transacciones, a donde acudían los ciudadanos portadores de lingotes de oro y plata y recibían las monedas marcadas con un sello que certificaba su calidad, espesor, peso y demás características. El pago por este servicio o derecho de acuñación lo pagaban los usuarios que en árabe se define con la palabra siccach de donde se deriva el vocablo ceca, para denominar a las casas de acuñación o amonedación.

La historia de la conquista española que se inicia con el descubrimiento de las “Indias” a fines de siglo XV señala que vino acompañada, como era de suponer, con la organización e imposición de sus propias costumbres, tradiciones, religión, sistemas económicos y comerciales en nombre de: “dos Majestades: la de Dios y la del Rey” como manifiesta el Dr. Carlos Ortuño en su obra Historia Numismática del Ecuador, editada por el Banco Central del Ecuador en 1977.

El sistema monetario español tenía dos patrones que se basaban en el metal utilizado. Las monedas de oro tenían como la unidad el escudo, con múltiplos de: dos escudos o doblón, cuatro escudos o media onza y los ocho escudos u onza. Mientras que en las de plata la unidad era el real, con múltiplos de dos reales o peseta, cuatro reales o medio peso y, la de ocho reales o peso; los submúltiplos fueron el medio real y un cuarto de real o cuartillo; en publicaciones también se establece la un octavo de real aunque existen dudas de su presencia por el mínimo tamaño que podía tener.


Al principio de la conquista y por no existir la moneda, pero sí las riquezas metálicas, el comercio se realizaba con pequeños pedazos de oro y plata sin labrar, basando su valor en el peso de las piezas, que ocasionaban varios problemas al comercio y la hacienda de España, ya que frecuentemente se transaba sin pagar el quinto real, derecho de la corona como impuesto. Fue este el motivo principal para la decisión que tomaron los reyes de establecer casas de acuñación en las Indias.

Las primeras cecas establecidas en esta región descubierta, fue por orden del Rey Carlos I de España y V del Sacro Romano por decreto del 11 de marzo de 1535. Se fundaron una en lo que ahora es México y otra en la Isla de Santo Domingo para que elaboren monedas con las mismas leyes que regían en España. Se conocen monedas de estas casas desde 1536 es decir un año después de su fundación únicamente elaboradas en plata y vellón como ordenaba el decreto.

Posteriormente se fundan casas de amonedación en Lima por orden del Rey Felipe II en 1565, Potosí posiblemente en 1575, donde se ubicaron las minas argentíferas más ricas del imperio. En Santa Fe de Bogotá en 1559 por disposición de Don Felipe II, que no funcionó hasta 1620.

En los inicios se labran las denominadas monedas de martillo, por la forma de su elaboración que se caracterizaban por su forma irregular debido a que no se usaban cospeles o piezas metálicas circulares sino que se golpeaban en trozos de plata y oro ajustados al peso, que se marcaban con golpes de martillo incrustados cuños en los que se distinguían los símbolos de la corona. También se denominaron monedas de cruz por llevar esa insignia en uno de los lados y popularmente macuquina que se mantiene entre los numismáticos.


Luego se perfeccionaron los procesos de acuñación y se labraron monedas circulares y con cordorcillo.        

No hay comentarios:

Publicar un comentario